Morir para nacer
El fenecer del día trajo la muerte a mis ojos,
se descomponen en lágrimas devorados por tu insidioso recuerdo.
Es la primera vez que esto ocurre.
Es la primera vez que el fastuoso vergel
se convierte en infierno y, esa imagen,
rompe mi corazón en mil trozos de cristal
tornasolado, que se me clavan por dentro
e irrigan mi sangre con una tristeza insondable.
El cielo ya no es sol y el cerebro me duele al pensarte.
Me daño y callo, por no dañar, tantas deleznables cuestiones
y reproches baldios que me pudro por dentro.
Mi hajado corazón en su hediendo aposento, resquebrajado,
vomita sentimientos y el alma resta empachada de tragarlos.
Cuando el cielo vuelva a irradiar su calor, mi alma se metera
los dedos antes que engordarse de amores sin sentido,
expulsará la espora de mi felicidad y sus restos y espero
que el tiempo sea la purga que necesita.
Naciendo de un requiem, lacerante destino,
un nuevo linaje emprenderá su camino.
2 comentarios
PULSAY -
Ina -